jueves, 26 de diciembre de 2013

La peste negra.



La llegada de la peste
A mediados del siglo XIV, entre 1346 y 1347, estalló la mayor epidemia de peste de la historia de Europa. Por entonces había otras enfermedades endémicas que azotaban constantemente a la población, la lepra era la más temida. Pero la peste tuvo un impacto pavoroso porque era inesperada, de propagación muy veloz, desconocida y mortal de la que no se conocía ni su origen, ni como tratarla; además, afectaba a todos por igual, tanto a mendigos como a ricos.

Sobre el origen de las enfermedades contagiosas circulaban en la Edad Media explicaciones muy diversas. Hubo quienes imaginaron que la peste podía tener un origen astrológico (a causa de la conjunción de determinados planetas, eclipses o el paso de cometas) o bien geológico (como producto de erupciones volcánicas y movimientos sísmicos que liberaban gases tóxicos). Todos estos hechos se consideraban fenómenos sobrenaturales achacables a la cólera divina por los pecados de la humanidad.

El descubrimiento científico
Únicamente en el siglo XIX se superó la idea de un origen sobrenatural de la peste. La continua expansión de la peste, impulsó la investigación científica en la cual Kitasato y Yersin descubrieron que era una bacteria que afectaba a los roedores y se transmitía a través de los parásitos, en especial las pulgas, quienes picaban a los humanos y les infectaban.

La enfermedad se manifestaba en las ingles, axilas o cuello, con inflamación, supuraciones y fiebres altas que provocaban en los enfermos escalofríos y delirio; el ganglio inflamado recibía el nombre de bubón, de ahí el término «peste bubónica» que era la más corriente, pero había otras variantes: la peste septicémica, en la cual el contagio pasaba a la sangre provocando manchas oscuras en la piel, de ahí el nombre de «peste negra», y la peste neumónica, que afectaba al aparato respiratorio y el contagio se producía a través del aire. Estas últimas no dejaban supervivientes.

Origen y propagación
Los indicios sugieren que la plaga fue, ante todo, de peste bubónica primaria. La transmisión se produjo a través de barcos, de este modo propagaban la peste, sin darse cuenta, allí donde llegaban.

En cuanto al número de muertes causadas por la peste negra, estudios recientes afirman que el índice de mortalidad pudo alcanzar el 60% en el conjunto de Europa, ya sea como consecuencia directa de la infección, o por los efectos indirectos de la desorganización social provocada por la enfermedad.

Recuperación
La recuperación demográfica de Europa, no se consolidó hasta mediados del siglo XV.
Para entonces eran perceptibles los efectos indirectos de aquella catástrofe. Durante los decenios que siguieron a la gran epidemia de 1347-1353 se produjo un notorio incremento de los salarios, a causa de la escasez de trabajadores. Hubo, también, una fuerte emigración del campo a las ciudades, que recuperaron su dinamismo. En el campo, un parte de los campesinos pobres pudieron acceder a tierras abandonadas, por lo que creció el número de campesinos con propiedades medianas, lo que dio un nuevo impulso a la economía rural. Así, algunos autores sostienen que la mortandad provocada por la peste pudo haber acelerado el arranque del Renacimiento y el inicio de la «modernización» de Europa.






Alba.

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