Leonardo da Vinci nació en Vinci en 1452 y fallece en Amboise en 1519. Representa el modelo de hombre renacentista en su máximo exponente. Fue un gran artista y también un gran científico, ya que dedicó gran parte de su vida al estudio de la filosofía natural (nombre que antiguamente se le daba a la ciencia). En sus escritos se encuentran anticipaciones de muchos desarrollos posteriores de la ciencia y se planteaba publicar numerosos de estos tratados científicos con los materiales recogidos en sus cuadernos que abarcan todo tipo de disciplinas, pero pese a su gran dedicación no lo consiguió.
Muchos de los cuadernos de Leonardo van acompañados de textos crípticos que hay que descifrar, también cuentan con miles de dibujos y gráficos. Muchos se han perdido aunque alguno ha reaparecido como los códices, que aparecieron en 1965 en la Biblioteca Nacional de Madrid. Los cuadernos que quedan se encuentras esparcidos por Europa.
Mucho más que un pintor.
Leonardo estableció los principios básicos de la dendrocronología, es decir, el uso de los anillos de crecimiento de los árboles para determinar su edad y las variaciones climáticas que han experimentado a lo largo de su existencia. Este descubrimiento se observa en su famoso Tratado de la pintura, único texto de Leonardo en circulación antes del siglo XIX.
Leonardo sentía una especial fascinación por los movimientos del agua, anticipó la dinámica de fluidos, siendo el primero en analizar y describir detalladamente la dinámica de los vórtices de agua.
Los fósiles llamaron asimismo la atención de Leonardo quien anticipó conceptos que la paleobiología sólo ha establecido rigurosamente en el siglo XX. Por otra parte, también describió correctamente el proceso de erosión, sedimentación y acumulación que hoy los geólogos conocen como el ciclo de las rocas.
Igualmente, sus observaciones anatómicas fueron rompedoras en su tiempo. Contra el parecer de las autoridades médicas de su época, Leonardo dejó constancia, en el llamado Manuscrito G, de que el corazón es un músculo y de que no tiene dos cavidades, sino cuatro. También describió correctamente el funcionamiento de las válvulas cardíacas, y realizó unos precisos dibujos de la válvula que abre y cierra la arteria aorta, asombrosamente parecidos a las fotografías contemporáneas obtenidas a alta velocidad.
Válvulas cardíacas |
Los principios de la naturaleza
Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, comprendió la disipación de la energía, y también Reconoció la relatividad del movimiento. En manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.
Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».
Leonardo, el precursor
Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza.
Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos. Por todo ello, y mucho más, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.
Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, comprendió la disipación de la energía, y también Reconoció la relatividad del movimiento. En manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.
Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».
Leonardo, el precursor
Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza.
Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos. Por todo ello, y mucho más, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.
Alba.
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