lunes, 20 de enero de 2014

El S XIX en España.

En el último tema que nos ocupa en nuestra línea del tiempo tratamos, entre otros, del génesis del sistema educativo español. Para poder comprender la consecución de hechos que se llevan a cabo pensamos que es necesario situarnos en el espacio y en el tiempo; por esto la última entrada de nuestro blog tratará de que nos situemos a través de los hechos históricos. Pasaremos a relatar a continuación los hechos más relevantes en España en el siglo XIX.

La Guerra de la Independencia (1808-1814) supone un periodo histórico decisivo para la historia española: en primer lugar, por la intensidad del conflicto, que durante varios años desangrará nuestro país y causará importantes daños en la economía y en la población; en segundo lugar, porque, al participar en ella no sólo el ejército regular sino también el pueblo de todas las zonas de España, unido frente a una invasión extranjera, esto deja una importante huella sobre la identidad española, es decir, se conforma definitivamente la Nación española; finalmente, es una guerra con importantes implicaciones políticas, ya que, por un lado, es una guerra civil que divide a los españoles en dos, los que apoyan a la nueva monarquía bonapartista y los que la rechazan y, por otro lado, es el marco en el que se inicia la revolución liberal en España con la convocatoria de nuevas Cortes y la proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812. 

El 19 de marzo de 1812 fue aprobada en Cortes la nueva Constitución (de allí su sobrenombre, “La Pepa”), considerada como la más avanzada de Europa en ese momento e incluso modelo para Constituciones posteriores, españolas y extranjeras. Entre sus principales características podemos destacar la soberanía nacional, el reconocimiento de los principales derechos y libertades de los ciudadanos, la separación de poderes, la importancia de que la educación primaria llegara a toda la población y el catolicismo como la religión oficial del Estado.

La vuelta de Fernando VII a España, finalizada la Guerra de Independencia, supone el intento, por parte de los grupos privilegiados y de la monarquía tradicional, de volver de nuevo al Antiguo Régimen, revocando los principios liberales que se habían establecido en las Cortes de Cádiz. Se inicia así un periodo de pugna entre los defensores del pasado – personificados en la figura absolutista del rey- y los defensores de los nuevos cambios políticos y sociales, que recurren a las conspiraciones y a los levantamientos militares, alguno de ellos con éxito. 
La vuelta de Fernando VII demuestra rápidamente sus intenciones absolutistas y suprime la Constitución de 1812 y el resto de los decretos de las Cortes de Cádiz. También se restablece el tribunal de la Inquisición.

Hay que situar esta política en el contexto internacional de la época: se trata de la “Restauración”, el intento general de volver al Antiguo Régimen tras el final de las guerras napoleónicas. Los liberales son perseguidos: unos, encarcelados o asesinados, otros exiliados. Recurren a las conspiraciones para recuperar el poder. Finalmente, en 1820, el Coronel Riego encabeza un exitoso levantamiento militar (en esa época se habla de un “pronunciamiento”) en Cabezas de San Juan (Sevilla): el rey se ve obligado a jurar de nuevo la Constitución de 1812.

A continuación encontramos la época denominada como Trienio Liberal, que recupera gran parte de la obra legislativa y política de las Cortes de Cádiz, pero las disputas entre los mismos liberales (“moderados” y “exaltados”) y la oposición de los grupos absolutistas, en especial la propia figura del rey, contribuyeron a su rápido fracaso. A esto hay que añadir además, como factor decisivo, la intervención exterior: la Santa Alianza consideraba como un gran peligro con posibilidad de contagio cualquier revolución liberal en Europa, por lo que decide intervenir: tropas francesas (los llamados “cien mil hijos de San Luis”) entran en España y colocan de nuevo como rey absolutista a Fernando VII. 

Desde la Guerra de la Independencia (1808-1814) hasta el Sexenio Democrático (1868-1874) se desarrolla en España un largo proceso de revolución liberal. Así, se crea una nueva organización política, con la Soberanía ya no sólo en manos del rey o reina, con una Constitución como ley máxima y con un sistema de elecciones. Se configura un Estado moderno con nuevas instituciones (como la Guardia Civil) y una nueva división administrativa (organizada en provincias, y, generalmente, muy centralizada). La economía es más libre, de tipo capitalista. Y, desde el punto de vista social, existe una nueva clase social dirigente, la alta burguesía, muy relacionada no obstante con la antigua aristocracia, y aparecen nuevos grupos sociales como los proletarios. Este proceso de transformación, general en Europa, tendrá en España, como veremos a partir de ahora, numerosas dificultades.

La lucha dinástica entre la todavía niña Isabel II y su tío Carlos María de Isidro obliga a la regente María Cristina a apoyarse en los liberales. Así, los liberales entran en el gobierno por primera vez con el apoyo de la Corona, y sus diferentes partidos políticos (moderados, progresistas, unionistas) se alternarán en el poder durante el reinado de Isabel y construirán un nuevo Estado conforme a sus ideales políticos. Este modelo político se verá enfrentado, no obstante, con los defensores del Antiguo Régimen (guerras carlistas). Este ambiente de inestabilidad será promovido también por los militares, que intervendrán de manera activa en la política del momento, incluso mediante levantamientos y conspiraciones (los pronunciamientos). Finalmente, la exclusión política y social de amplias capas de la población provocará revueltas e irá limitando poco a poco el apoyo a estos gobiernos liberales y a la propia Isabel II, lo que provocará su caída en la denominada La Gloriosa, la Revolución de 1868.
Tras la abolición de la Ley Sálica y la muerte de su padre, Fernando VII, en 1833, Isabel II sube al trono español con sólo tres años de edad. Su tío Carlos María de Isidro rechaza el testamento de su hermano Fernando y se proclama también rey de España, provocando una insurrección apoyada por los defensores del Antiguo Régimen, que se ven representados en la figura del nuevo Carlos V bajo el lema “Dios, Patria y Fueros”. La causa isabelina, representada por su madre, la regente María Cristina, necesita urgentemente nuevos apoyos para poder hacer frente al carlismo, por lo que se dirige a los liberales, que exigen a cambio el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen. 

La insurrección carlista tiene un amplio eco en el País Vasco y Navarra, así como en zonas del interior de Aragón, Valencia y Cataluña. Son zonas rurales, con una gran influencia del clero, pervivencias forales y temor a las reformas liberales. A pesar de algunos iniciales reveses liberales, los carlistas, comandados por Zumalacárregui, no logran finalmente tomar ninguna ciudad importante (fracasos en Bilbao, Madrid y Zaragoza). A partir de 1836, los cristinos (liberales) comienzan a dominar la situación, lo que unido a las disensiones internas carlistas hacen que se inicien conversaciones de paz (Abrazo de Vergara entre el general carlista Maroto y el liberal Espartero). No será hasta 1840 que se acabe la primera guerra carlista, con la pacificación total del Maestrazgo. 

La Regencia de María Cristina (1833-1840) se inicia con un gobierno de absolutistas moderados, pero los éxitos carlistas hacen que se busque el apoyo de los liberales, que, con el Estatuto Real de 1834, ya inician una serie de reformas, muy limitadas todavía. La presión popular y militar hace que los progresistas tomen el poder: Mendizábal decreta el fin del régimen feudal de la tierra y la desamortización de los bienes del clero, y con la nueva Constitución de 1837 se defiende la Soberanía nacional, la separación de poderes (aunque muy controlados por la Corona) y los derechos individuales. Este período concluye con los moderados en el poder (Narváez). El progresista general Espartero, muy popular tras la guerra carlista, asume la regencia entre 1840 y 1843.

Tras la mayoría de edad de Isabel II (1843) se suceden diferentes gobiernos: el de la Década Moderada (1844-1854). Narváez impone una política más moderada (nueva Constitución de 1845); el bienio Progresista (1854-1856) Tras el pronunciamiento de Vicálvaro, los progresistas vuelven al poder; el gobierno de Unión liberal (1856-1863) liderado por O´Donnell. Se busca una política exterior de prestigio con expediciones a México, Indochina, Marruecos o al Pacífico; y por último los gobiernos moderados (1863-1868), cada vez más autoritarios.

Tras el éxito de la Revolución de 1868, “La Gloriosa”, la reina Isabel II se exilia y se intenta crear un régimen liberal más democrático, pero cuya inestabilidad hace que pase en pocos años por diferentes etapas: gobierno provisional, Regencia, Monarquía de Amadeo I y República, unitaria y federal. Este intento democrático fracasará por las disensiones internas de los grupos que lo promovían (progresistas, demócratas, republicanos), por la oposición de los grupos más moderados (carlistas, liberales moderados) y por el alejamiento al proyecto de gran parte de los sectores populares, que optan por otras opciones políticas (cantonalismo, anarquismo, marxismo). En 1874, un nuevo pronunciamiento, el de Martínez Campos en Sagunto, proclama la vuelta de los Borbones con un nuevo rey, Alfonso, hijo de Isabel. Se inicia así el periodo conocido como Restauración.

El autoritarismo de los últimos gobiernos moderados, la exclusión del poder del resto de los partidos y la fuerte crisis económica iniciada en 1866 fueron los factores que llevaron a la Revolución. Esta se inicia en septiembre de 1868 con una insurrección militar: es el almirante Topete quien subleva a la Armada en Cádiz, y pronto se unen otras unidades militares, así como los generales exiliados Prim y Serrano. Al mismo tiempo, se proclaman Juntas Revolucionarias en varias ciudades. Las tropas leales a la reina no pueden detener al ejército sublevado en la batalla de Puente de Alcolea (Córdoba), por lo que el gobierno dimite y la reina se exilia. Ha triunfado la revolución, la denominada “La Gloriosa”. 

Uno de los primeros logros de la Revolución es la Constitución de 1869, considerada la primera democrática de nuestro país. Entre sus aspectos más novedosos podemos destacar que se proclama con claridad la Soberanía nacional popular, con los tres poderes independientes y por primera vez con Sufragio Universal masculino. Como forma de Estado sigue la Monarquía, pero ahora constitucional, se amplían los derechos individuales (que ocupan un tercio de toda la Carta Magna) e incluso se aceptan derechos sociales. Destaca el derecho de reunión y asociación, esencial para los primeros movimientos obreros. Se da gran poder a las Cortes, bicamerales, con capacidad para hacer leyes y controlar al gobierno.

Tras la revolución se disuelven las Juntas Revolucionarias y el gobierno provisional se constituye en Regencia, con Serrano como regente y Prim como jefe de gobierno. Destacan las medidas económicas para intentar salir de la crisis: se crea una nueva moneda, la peseta, se adopta el librecambio y se permite la inversión extranjera. Pero la cuestión principal es buscar un nuevo rey y, desechadas las opciones borbónica y carlista, hay que hacerlo entre las dinastías extranjeras. Se elige a Amadeo de Saboya, hijo del rey Víctor Manuel II, que había protagonizado la unificación italiana. Pero Prim, el principal valedor del nuevo rey, muere asesinado (27 de diciembre de 1870) pocos días antes de la llegada de Amadeo a España. 

El nuevo rey se enfrenta a una situación muy difícil: extranjero, con muy pocos apoyos y demasiados enemigos (carlistas, monárquicos borbónicos, parte del ejército, republicanos y movimientos obreros). A todo esto hay que sumar la inestabilidad que provocan el nuevo levantamiento carlista (la Tercera Guerra carlista) y la sublevación independentista cubana (iniciada en 1868 tras el llamado Grito de Yara). Ante esta situación, Amadeo I renuncia al trono español el 11 de febrero de 1873. Ese mismo día, las Cortes proclaman la Primera República española. La Primera República nace ya débil: no reconocida internacionalmente, sus apoyos políticos y sociales en el interior son también escasos. Además, los republicanos se dividen entre unitarios y federalistas, que discrepan respecto a la organización territorial del Estado (centralista o federal) y a la necesidad de más o menos reformas sociales (abolición de la esclavitud en Cuba, limitación del trabajo infantil, separación Iglesia-Estado y leyes fiscales más justas). 

El primer presidente, Estanislao Figueras, es pronto sustituido por Francisco Pi i Margall, quien proclama la República Federal y propone una nueva Constitución, la de 1873, que no llegará a aprobarse. Los sectores republicanos más radicales defienden una revolución política desde los municipios, y provocan la insurrección cantonalista, muy activa en Andalucía y Levante.
Mientras, siguen la Guerra carlista y el levantamiento cubano. 
Todo esto provocará la dimisión de Pi i Margall y la aparición de dos gobiernos republicanos más autoritarios: el de Nicolás Salmerón y el de Emilio Castelar, dando un giro más conservador a la joven república. 
El 3 de enero de 1874, el General Pavía disuelve el Congreso de los Diputados, preparando el camino a la vuelta de la dinastía borbónica: en diciembre del mismo año el general Martínez Campos protagoniza un pronunciamiento en Sagunto y proclama rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II. Se inicia así la Restauración Borbónica.


Paula.

La Revolución Industrial Inglesa.

La revolución industrial ingresa se produjo entre los años 1740 y 1850. Inglaterra fue el primer país que experimento dicha revolución. La esencia de la revolución la constituye la innovación tecnológica, con la industria como fuente principal de riqueza. El comienzo firme de la revolución se sitúa en 1750, pero la revolución fue posible gracias a la previa revolución agraria que se caracterizó por un descenso en los precios de los alimentos, lo cual hizo que se gastase más y que a su vez fomentó la creación de nuevas industrias para abastecer la creciente demanda, y el crecimiento de la actividad comercial, que incrementó la prosperidad. La revolución fue posible gracias a que Inglaterra era un gran imperio colonial en el que se compraba cara y se vendía barato y todo esto trajo consigo enormes cambios sociales y políticos. En cuanto a los cambio económicos se adoptó una economía liberal donde la oferta y la demanda jugaban un papel importante. Esta revolución hizo posible el crecimiento económico y de mercado, la gran y barata mano de obra, el desarrollo de la industria, como la minera y la textil, el desarrollo de los sistemas financieros, tecnológicos y científicos y la infraestructura de los transportes. Uno de los inventos más importantes que se dio en esta época fue la máquina de vapor, que redujo el tiempo y redujo las distancias. Y posteriormente la llegada del ferrocarril. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción. Así es que en la Revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se disminuye el tiempo en el que estos se realizan dando paso a la producción en serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra cualificada, y de este modo bajar costos de producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fijo. El nuevo sistema industrial ya no estará basado en la agricultura si no en tres sectores dominantes que fueron el del carbón, el del hierro y la industria textil. También cabe mencionar que hubo mucha explotación laboral de mujeres y niños y sin ellos no se podría a ver llevado a cabo la revolución. Con la llegada del capitalismo las diferencias entre clases sociales se agravó, en la que las clases altas y medias se beneficiaron mucho más que las clases bajas lo que creó mal estar entre la población y provocó huelgas y revueltas de las clases humildes que luchaban contra la reducción salarial, los altos precios y la introducción de la maquinaria que provoco muchos despidos, entre otros. Las desigualdades sociales se notaban sobre todo dentro de la clase media y la clase trabajadora. En cuanto a la educación se caracterizó por una educación técnica, pero no adecuada ya que seguía las vías clásicas.


Alejandra.

jueves, 2 de enero de 2014

La Revolución Francesa (1789 - 1799)

Causas
La Revolución Francesa comienza debido a una crisis financiera; cuando el Estado se declara en bancarrota (no podía afrontar los pagos).
Dada la grave crisis financiera el rey se vio obligado a llamar al gobierno a dos personajes de reconocida honestidad: R. Jaques Turgot, un hombre de ideas liberales que instituyo una política rigurosa en lo referente a los gastos del estado, y a Malesherves.
Turgot, ministro de hacienda, resumió su plan en esta frase: "Ni bancarrota, ni empréstito, ni aumento de impuestos" . Como el plan económico molestaba a la corte Turgot lo presentó gradualmente, pero en 1776, cuando estableció un impuesto que debía ser pagado por todos los dueños de tierras, fuesen o no privilegiados el rey, por instancia de los afectados, lo obligó a renunciar.
Malesherves intentó garantizar los derechos de los ciudadanos, pero también se vio forzado a renunciar. Entonces el Antiguo Régimen se restableció con todo su vigor.
Para aplacar los ánimos, Luis XVI designó como sucesor de Turgot a Nécker, un banquero ginebrino de sólida fortuna personal y gran reputación como financista. Obtuvo grandes empréstitos que pasajeramente aliviaron la situación financiera. pero estos remedios resultaron ineficaces, porque simultáneamente, aumentaron los gastos públicos como consecuencia de la guerra que estallo entre Inglaterra y Francia, al apoyar esta última a las colonias inglesas de América del Norte. Como los privilegiados no deseaban una reforma de fondo provocaron la caída de Nécker en 1781.
Los estados generales
En 1788, la gravedad de la situación obligó a Luis XVI a llamar nuevamente a Nécker, este sugirió al rey la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea formada por representantes del clero, la nobleza, y el tercer estado), exigida también por el pueblo.
Luis XVI accedió finalmente a la convocatoria de los Estados Generales en 1788. La censura quedó abolida durante la campaña y multitud de escritos que recogían las ideas de la Ilustración circularon por toda Francia. Nécker, a quien el monarca había vuelto a nombrar interventor general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de representantes del Tercer estado (el pueblo) en los Estados Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos llegó a establecer un método de votación.
A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería una transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789.
La mayoría de los diputados aspiraban no sólo a poner orden en la Hacienda, sino a establecer un régimen de mayor libertad e igualdad. El enfrentamiento se manifestó en el terreno formal en la cuestión del voto. El rey era partidario del voto por órdenes, al estilo tradicional; mientras el partido patriota ( formado en su mayoría por representantes del Tercer Estado) prefería el voto individual. 
Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los nuevos métodos de votación presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el voto por individuo y no por estamento, con lo que el tercer estado, que disponía del mayor número de representantes, podría controlar los Estados Generales.
La Asamblea Nacional
Las discusiones relativas al procedimiento se prolongaron durante seis semanas, hasta que el grupo dirigido por Emmanuel Joseph Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en Asamblea Nacional el 17 de junio. Este abierto desafío al gobierno monárquico, que había apoyado al clero y la nobleza, fue seguido de la aprobación de una medida que otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de legislar en materia fiscal. 
Luis XVI se apresuró a privar a la Asamblea de su sala de reuniones como represalia. Ésta respondió realizando el 20 de junio el denominado Juramento del Juego de la Pelota, por el que se comprometía a no disolverse hasta que se hubiera redactado una constitución para Francia. En ese momento, las profundas disensiones existentes en los dos estamentos superiores provocaron una ruptura en sus filas, y numerosos representantes del bajo clero y algunos nobles liberales abandonaron sus respectivos estamentos para integrarse en la Asamblea Nacional. Se produce así una autentica revolución jurídica al sustituirse el concepto de absolutismo real por el de soberanía nacional.
La Asamblea Constituyente
La Asamblea Nacional toma el nombre de Asamblea Constituyente (9 de julio de 1789 ), porque su finalidad era redactar una Constitución, es decir, una ley fundamental que organizase de otro modo la monarquía francesa.El rey no tiene más remedio que claudicar, invitando al clero y a la nobleza a unirse al Tercer Estado en la recién constituida Asamblea. A la revolución política se une la revuelta popular.
El 14 de julio el pueblo de París asalta la antigua fortaleza de la Bastilla, utilizada como prisión y considerada como símbolo del despotismo regio.
El precedente fue seguido en otras ciudades, donde surgieron grupos de ciudadanos armados(las milicias nacionales) dispuestos a relevar a las viejas autoridades. 
La Asamblea Nacional Constituyente comenzó su actividad movida por los desórdenes y disturbios que estaban produciéndose en las provincias. El clima revolucionario llegó también al medio rural. Los campesinos se rebelaron contra el régimen señorial, asaltando mansiones y reclamando la supresión de las viejas cargas feudales. el mismo rey y su familia tuvieron que huir de Versalles, trasladándose a París, a las Tullerías. Este estado de exaltación y cambio produjo un clima de temor--El Gran Pánico (la Grande Peur)--entre los nobles que huyeron al extranjero, conscientes de que se gestaba el desmoronamiento del Antiguo Régimen. El clero y la nobleza hubieron de renunciar a sus privilegios en la sesión celebrada durante la noche del 4 de agosto de 1789; la Asamblea aprobó una legislación por la que quedaba abolido el régimen feudal y señorial y se suprimía el diezmo, aunque se otorgaban compensaciones en ciertos casos. En otras leyes se prohibía la venta de cargos públicos y la exención tributaria de los estamentos privilegiados.
En medio de este clima, la burguesía comienza a construir los cimientos del nuevo orden. Su obra legislativa queda marcada por tres hitos fundamentales:
1. la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789)
2. la Constitución Civil del clero (1790) y
3. la Constitución de 1791
Como paso previo a la Constitución, la Asamblea elaboró y votó la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano (26 de Agosto de 1789), sintetizados más tarde en tres principios, "Liberté, Égalité, Fraternité"("Libertad, Igualdad, Fraternidad"), verdadero emblema de la Revolución. 
En ella se reconoce la igualdad, como derecho inalienable, y la soberanía nacional. Pero también hay contradicciones: la igualdad es sólo civil. se admiten las libertades de prensa y opinión pero no se menciona la de asociación ( la ley de Le Chapelier de 14 de junio de 1791 la prohibirá expresamente). Con todo, se trata de un texto de carácter universal que todavía hoy sigue vigente. Destacamos que el reconocimiento de la soberanía nacional sentó las bases de una futura Monarquía constitucional, a pesar del lógico disgusto del rey que no tuvo más remedio que aceptarla.
Mientras la Asamblea deliberaba, la hambrienta población de París, irritada por los rumores de conspiraciones monárquicas, reclamaba alimentos y soluciones. El 5 y el 6 de octubre, la población parisina, especialmente sus mujeres, marchó hacia Versalles y sitió el palacio real.
Luis XVI y su familia fueron rescatados por La Fayette, quien les escoltó hasta París a petición del pueblo. Tras este suceso, algunos miembros conservadores de la Asamblea Constituyente, que acompañaron al rey a París, presentaron su dimisión. En la capital, la presión de los ciudadanos ejercía una influencia cada vez mayor en la corte y la Asamblea. El radicalismo se apoderó de la cámara, pero el objetivo original, la implantación de una monarquía constitucional como régimen político, aún se mantenía. 
Pero los principales problemas a que hubo de enfrentarse la Asamblea fueron el religioso y el financiero. Para evitar la temida bancarrota, se decidió nacionalizar los bienes del clero, que fueron posteriormente puestos a la venta para amortizar así la deuda pública. Los títulos emitidos como reembolso de las deudas pendientes del Estado se conocieron con el nombre de asignados. Es decir, el Estado emitió títulos de la deuda (asignados) garantizados por los bienes de la Iglesia, con los cuales podían ser reembolsados. 
Pero la emisión de asignados fue tan grande que acabaron funcionando como papel moneda, depreciándose rápidamente y originando una fuerte inflación. Aunque con la venta de los bienes de la Iglesia habían surgido nuevos propietarios dispuestos a no perder lo garantizado por la Revolución, la inflación galopante introdujo un factor de inestabilidad social que acabaría pasando factura. 
Al perder sus bienes y suprimirse los diezmos, la Iglesia francesa pasó a depender económicamente del Estado. Por esta razón la Asamblea Constituyente hubo de emprender una reforma y racionalización de la organización eclesiástica que se concretó en la Constitución civil del clero (12 de julio de 1790). Mediante esta norma jurídica, la Iglesia francesa pasaba a tener un carácter más nacional, alejándose de la dependencia del Papa. Se reducía el número de obispos, se cambiaba el sistema de nombramientos y se exigía prestar juramento constitucional a todos los miembros del estamento eclesiástico. Esta medida originó la división del clero francés en juramentado o refractario, según jurase o no, aportando un elemento más de discordia al asentamiento de la Revolución.
El primer borrador de la Constitución recibió la aprobación del monarca francés en unas fastuosas ceremonias, a las que acudieron delegados de todos los lugares del país, el 14 de julio de 1790.
Este documento suprimía la división provincial de Francia y establecía un sistema administrativo cuyas unidades eran los departamentos, que dispondrían de organismos locales elegibles. Se ilegalizaron los títulos hereditarios, se crearon los juicios con jurado en las causas penales y se propuso una modificación fundamental de la legislación francesa. Con respecto a la institución que establecía requisitos de propiedad para acceder al voto (sufragio censitario), la Constitución disponía que el electorado quedara limitado a la clases alta y media. El nuevo estatuto confería el poder legislativo a la Asamblea Nacional, compuesta por 745 miembros elegidos por un sistema de votación indirecto. Aunque el rey seguía ejerciendo el poder ejecutivo, se le impusieron estrictas limitaciones. Su poder de veto tenía un carácter meramente suspensivo, y era la Asamblea quien tenía el control efectivo de la dirección de la política exterior. El poder judicial sería desempeñado por jueces elegidos por el pueblo. Quedaba abolido el absolutismo, estableciéndose un régimen de monarquía constitucional, claramente favorable a los intereses de la nueva clase emergente: la burguesía adinerada.
Durante los quince meses que transcurrieron entre la aprobación del primer borrador constitucional por parte de Luis XVI y la redacción del documento definitivo, las relaciones entre las fuerzas de la Francia revolucionaria experimentaron profundas transformaciones. Éstas fueron motivadas, en primer lugar, por el resentimiento y el descontento del grupo de ciudadanos que había quedado excluido del electorado. Las clases sociales que carecían de propiedades deseaban acceder al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió rápidamente por toda Francia gracias a los clubes de los jacobinos, y de los cordeliers, adquirió gran impulso cuando se supo que María Antonieta estaba en constante comunicación con su hermano Leopoldo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Al igual que la mayoría de los monarcas europeos, Leopoldo había dado refugio a gran número de émigrés y no había ocultado su oposición a los acontecimientos revolucionarios que se habían producido en Francia. El recelo popular con respecto a las actividades de la reina y la complicidad de Luis XVI quedó confirmado cuando la familia real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un carruaje con destino a Varennes el 21 de junio. 
El grupo más exaltado de revolucionarios halló en la traición del rey un argumento decisivo para abolir la esclavitud y establecer la república, pero la asamblea quiso limitar los poderes del rey sin suprimir la monarquía.
Luego de más de 2 años de trabajo para poder redactar una constitución moderada, para una monarquía liberal, el rey aceptó la constitución y juró solemnemente acatarla y cumplirla en todos sus detalles. Finalmente, el 30 de septiembre de 1791, los constituyentes declararon terminada su misión, iniciándose el nuevo régimen.
Asamblea Legislativa
Una vez concluida su misión, la Asamblea Constituyente se disolvió, dando paso a la Asamblea Legislativa, que tenía que formular leyes para desarrollar los principios establecidos en la Constitución de 1791.
Dentro del nuevo sistema de gobierno, el poder legislativo lo desempeñaba la Asamblea Legislativa, compuesta poruna sóla cámara por 745 diputados, políticos, noveles sin la experiencia de los constituyentes, ya que a propuesta de Robespierre, la anterior asamblea aprobó la prohibición de reelegir a sus miembros.
El 1 de octubre de 1791 quedó constituida la Asamblea que estaba compuesta por 263 diputados de derecha ocistercienses, defensores de la Monarquía constitucional, y 136 de izquierda ( divididos en jacobinos y girondinos) partidarios de la revolución y la república. En el centro quedaban unos 300 diputados equidistantes de ambos extremos. La división de la burguesía dificultó el funcionamiento de la Monarquía constitucional que apenas duró un año, pues la inestabilidad interior y el comienzo de las guerras de la Revolución con Europa, provocaron una segunda revolución en agosto de 1792, que acabó con la monarquía y estableció la primera república. 
Diversas circunstancias crearon un ambiente desfavorable para la consolidación de la monarquía constitucional:
El propio rey, quien buscó ayuda extranjera para acabar con la revolución.
La tensión social, empeorada por la mala cosecha de 1791 que encareció el precio del pan y la presión económica tras el fracaso de la emisión de asignados
Los nobles difamaron el nuevo régimen y trataron de conseguir la invasión de Francia por las fuerzas imperiales.
Los católicos, indignados con la constitución civil del clero, se sublevaron en algunas regiones de Francia.
Los mismos revolucionarios estaban divididos. Los constitucionales o fudenses, sostenían la aplicación estricta de la constitución y el mantenimiento integral de los poderes del rey. Los jacobinos buscaron reformar la constitución, reduciendo los poderes del rey. Entre los jacobinos se destacó un núcleo de diputados llamados girondinos, que provenían del departamento de la Gironda, y se convirtieron en dirigentes de la Asamblea Legislativa. Los llamadoscordeleros o franciscanos, de tendencia republicana, acaudillados por Danton, joven abogado de gran popularidad, y por el periodista Marat, carecían de influencia en la asamblea, pero la tenían entre el pueblo de París. El grupo girondino desarrolló una política cada vez más violenta contra Luis XVI.Para desenmascarar al rey, y con la ilusión de extender por Europa los principios revolucionarios, los girondinos propiciaron la guerra, convencidos de que con ella unificarían a los patriotas frente a enemigos comunes.
El deseo de entablar una guerra se extendió rápidamente entre los monárquicos, que confiaban en la derrota del gobierno revolucionario y en la restauración del Antiguo Régimen, y entre los girondinos, que anhelaban un triunfo definitivo sobre los sectores reaccionarios tanto en el interior como en el exterior.
El 20 de abril de 1792 la Asamblea Legislativa declaró la guerra al Sacro Imperio Romano.
Los ejércitos austríacos obtuvieron varias victorias en los Países Bajos austríacos gracias a ciertos errores del alto mando francés, formado mayoritariamente por monárquicos. La posterior invasión de Francia provocó importantes desórdenes en París. El gabinete de Roland cayó el 13 de junio, y la intranquilidad de la población se canalizó en un asalto a las Tullerías, la residencia de la familia real, una semana después.La Asamblea Legislativa declaró el estado de excepción el 11 de julio, después de que Cerdeña y Prusia se unieran a la guerra contra Francia. Se enviaron fuerzas de reserva para aliviar la difícil situación en el frente, y se solicitaron voluntarios de todo el país en la capital.
Cuando los refuerzos procedentes de Marsella llegaron a París, iban cantando un himno patriótico conocido desde entonces como La Marsellesa.
El descontento popular provocado por la gestión de los girondinos, que habían expresado su apoyo a la monarquía y habían rechazado la acusación de deserción presentada contra La Fayette, hizo aumentar la tensión. El malestar social, unido al efecto que generó el manifiesto del comandante aliado, Charles William de Ferdinand, duque de Brunswick, en el que amenazaba con destruir la capital si la familia real era maltratada, provocó una insurrección en París el 10 de agosto. Los insurgentes, dirigidos por elementos radicales de la capital y voluntarios nacionales que se dirigían al frente, asaltaron las Tullerías y asesinaron a la Guardia suiza del rey.
Luis XVI y su familia se refugiaron en la cercana sala de reuniones de la Asamblea Legislativa, que no tardó en suspender en sus funciones al monarca y ponerle bajo arresto.
A su vez, los insurrectos derrocaron al consejo de gobierno parisino, que fue reemplazado por un nuevo consejo ejecutivo provisional, la denominada Comuna de París.
La revolución popular del 10 de agosto tuvo grandes consecuencias:
1.- Se suspendió al rey , cesando por consiguiente la vigencia de la constitución de 1791.
2.- Se nombró un consejo Ejecutivo provisional, encargado de las funciones ejecutivas, dirigido por Dantón, verdadero jefe del nuevo gobierno.
3.- Se elegiría, por sufragio universal una convención encargada de revisar la constitución.
4.- Se reconocía la Comuna de París como poder legítimo del estado. Esta comuna estaba en mano de los jacobinos , dirigidos por Robespierre y Marat.
Entre el 2 y el 7 de septiembre, más de mil monárquicos y presuntos traidores apresados en diversos lugares de Francia, fueron sometidos a juicio y ejecutados. Los elementos desencadenantes de las denominadas 'Matanzas de Septiembre' fueron el temor de la población al avance de los ejércitos aliados contra Francia y los rumores sobre conspiraciones para derrocar al gobierno revolucionario. Un ejército francés, dirigido por el general Charles François Dumouriez, obtuvo una importante victoria en la batalla de Valmy frente a las tropas prusianas que avanzaban hacia París el 20 de septiembre.
Convención y República
Un día después de la victoria de Valmy se reunió en París la Convención Nacional recién elegida. La primera decisión oficial adoptada por esta cámara fue la abolición de la monarquía y la proclamación de la I República.
Caído el rey y disuelta la Asamblea, la elección de la nueva Convención Nacional supone un giro del proceso revolucionario que toma un carácter más democrático y popular. La Convención, elegida por sufragio universal agrupa a sus 749 diputados en tres partidos: girondinos, defensores de la legalidad constitucional y representantes de la alta burguesía; la Montaña, entre los que se encontraban los jacobinos de la anterior legislatura, defensores de los principios revolucionarios y más cercanos a la burguesía media y a las clases populares; y La Llanura, una gran masa fluctuante entre girondinos y montañeses, integrada por republicanos y burgueses más moderados. 
El consenso entre los principales grupos integrantes de la Convención no fue más allá de la aprobación de estas medidas iniciales. Sin embargo, ninguna facción se opuso al decreto presentado por los girondinos y promulgado el 19 de noviembre, por el cual Francia se comprometía a apoyar a todos los pueblos oprimidos de Europa. Las noticias que llegaban del frente semanalmente eran alentadoras: las tropas francesas habían pasado al ataque después de la batalla de Valmy y habían conquistado Maguncia, Frankfurt del Main, Niza, Saboya y los Países Bajos austríacos. 
La Convención Girondina (1792 – 1793)
Al comienzo la Convención tendrá un predominio claramente girondino. 
Son estos primeros meses los más conflictivos respecto a la toma de decisiones. Sin embargo, las disensiones se habían intensificado seriamente en el seno de la convención, donde el Llano dudaba entre conceder su apoyo a los conservadores girondinos o a los radicales de la Montaña. 
La primera gran prueba de fuerza se decidió en favor de estos últimos, que solicitaban que la Convención juzgara al rey por el cargo de traición y consiguieron que su propuesta fuera aprobada por mayoría.
El monarca fue declarado culpable de la acusación imputada con el voto casi unánime de la Cámara el 15 de enero de 1793, pero no se produjo el mismo acuerdo al día siguiente, cuando había de decidirse la pena del acusado. Finalmente el rey fue condenado a muerte por 387 votos a favor frente a 334 votos en contra. 
Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero de 1793 .Su muerte marco el distanciamiento definitivo entre la Gironda y la Montaña y supuso un desafío abierto a la Europa del Antiguo Régimen.
La influencia de los girondinos en la Convención Nacional disminuyó enormemente tras la ejecución del rey. La falta de unidad mostrada por el grupo durante el juicio había dañado irreparablemente su prestigio nacional, bastante mermado desde hacía tiempo entre la población de París, más favorable a las tendencias jacobinas. 
La segunda , fue la guerra. Desde la victoria de Valmy, los ejércitos franceses habían continuado su marcha triunfal, apoderándose de Bélgica, Niza. Saboya y la orilla izquierda del Rhin. La política anexionista y la muerte de Luis XVI determinaron la formación de una coalición antifrancesa impulsada vivamente por Inglaterra. Las derrotas sufridas por los ejércitos franceses tras declarar la guerra a Gran Bretaña, las Provincias Unidas (actuales Países Bajos) el 1 de febrero de 1793, y a España el 7 de marzo, que se habían unido a la Primera Coalición contra Francia. 
Las propuestas de los jacobinos para fortalecer al gobierno ante las cruciales luchas a las que Francia debería enfrentarse desde ese momento fueron firmemente rechazadas por los girondinos. No obstante, a comienzos de marzo, la Convención votó a favor del reclutamiento de 300.000 hombres y envió comisionados especiales a varios departamentos para organizar la leva. Los sectores clericales y monárquicos enemigos de la Revolución incitaron a la rebelión a los campesinos de La Vendée, contrarios a tal medida. La guerra civil no tardó en extenderse a los departamentos vecinos. 
Los austríacos derrotaron al ejército de Dumouriez en Neerwinden el 18 de marzo, y éste desertó al enemigo. La huida del jefe del ejército, la guerra civil y el avance de las fuerzas enemigas a través de las fronteras de Francia provocó en la Convención una crisis entre los girondinos y los montañeses, en la que estos últimos pusieron de relieve la necesidad de emprender una acción contundente en defensa de la Revolución.
El tercero, consecuencia del anterior, tendría un carácter de conflicto civil. Para frenar el contraataque de las potencias coaligadas, la Convención decretó una leva de 300.000 hombres. El reclutamiento forzoso provocó levantamientos locales, especialmente fuerte en regiones como la Vendée. 
A comienzos de 1793 Francia se hallaba en guerra fuera y dentro de su territorio. Los girondinos perdieron su mayoría en la Convención como consecuencia de su equivocada política económica, excesivamente confiada en la riqueza de los países invadidos, la depreciación de los asignados y la crisis de avituallamiento. 
El 6 de abril de 1793 se creó el Comité de Salud Pública, dominado por la Montaña que, de la mano de Robespierre, acabó ganando al pueblo para su causa.
La Convención Jacobina (1793 – 1794)
Comienza así la etapa de predominio montañés en la Convención, que tendrá una doble cara . Por una parte, la Revolución pasará por una de sus fases más sangrientas(el Terror). Por otra, se tomarán medidas de carácter democrático y social que favorecerán claramente a los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Dominada la Convención, los Montañeses trataron de atraerse a la burguesía moderada, protegiendo la propiedad privada , y a las clases populares, especialmente a los campesinos. Permitieron la venta de los bienes de los nobles emigrados, la división y reparto de los bienes comunales y suprimieron las indemnizaciones por los derechos señoriales, asestando así el golpe definitivo a la aristocracia feudal.
El 6 de abril, la Convención creó el Comité de Salvación Pública, que habría de ser el órgano ejecutivo de la República, y reestructuró el Comité de Seguridad General y el Tribunal Revolucionario. Se enviaron representantes a los departamentos para supervisar el cumplimiento de las leyes, el reclutamiento y la requisa de municiones. La rivalidad existente entre los girondinos y los montañeses se había agudizado durante este periodo.
La rebelión parisina, organizada por el periodista radical Jacques Hébert, obligó a la Convención a ordenar el 2 de junio la detención de veintinueve delegados girondinos y de los ministros de este grupo, Pierre Henri Hélène Marie Lebrun-Tondu y Étienne Clavière. A partir de ese momento, la facción jacobina radical que asumió el control del gobierno desempeñó un papel decisivo en el posterior desarrollo de la Revolución. 
El Régimen del Terror (1793 – 1794)
La Convención promulgó una nueva Constitución el 24 de junio en la que se ampliaba el carácter democrático de la República . La Constitución de 1793, reconocía el derecho al trabajo, a la asistencia social y a la enseñanza gratuita para todos. El sufragio censatario fue sustituido por el sufragio universal. Sin embargo, este estatuto nunca llegó a entrar en vigor. El 10 de julio, la presidencia del Comité de Salvación Pública fue transferida a los jacobinos, que reorganizaron completamente las funciones de este nuevo organismo. Tres días después, el político radical Jean-Paul Marat, destacado líder de los jacobinos, fue asesinado por Charlotte de Corday, simpatizante de los girondinos.
La indignación pública ante este crimen hizo aumentar considerablemente la influencia de los jacobinos en todo el país. El dirigente jacobino Maximilien de Robespierre pasó a ser miembro del Comité de Salvación Pública el 27 de julio y se convirtió en su figura más destacada en poco tiempo. Robespierre, apoyado por Louis Saint-Just, Lazare Carnot, Georges Couthon y otros significados jacobinos, implantó medidas policiales extremas para impedir cualquier acción contrarrevolucionaria. Los poderes del Comité fueron renovados mensualmente por la Convención Nacional desde abril de 1793 hasta julio de 1794, un periodo que pasó a denominarse Reinado del Terror.
Desde el punto de vista militar, la situación era extremadamente peligrosa para la República. Las potencias enemigas habían reanudado la ofensiva en todos los frentes. Los prusianos habían recuperado Maguncia, Condé-Sur-L'Escaut y Valenciennes, y los británicos mantenían sitiado Tolón. Los insurgentes monárquicos y católicos controlaban gran parte de La Vendée y Bretaña. Caen, Lyon, Marsella, Burdeos y otras importantes localidades se hallaban bajo el poder de los girondinos. El 23 de agosto se emitió un nuevo decreto de reclutamiento para toda la población masculina de Francia en buen estado de salud. Se formaron en poco tiempo catorce nuevos ejércitos —alrededor de 750.000 hombres—, que fueron equipados y enviados al frente rápidamente. Además de estas medidas, el Comité reprimió violentamente la oposición interna.
María Antonieta fue ejecutada el 16 de octubre, y 21 destacados girondinos murieron guillotinados el 31 del mismo mes. Tras estas represalias iniciales, miles de monárquicos, sacerdotes, girondinos y otros sectores acusados de realizar actividades contrarrevolucionarias o de simpatizar con esta causa fueron juzgados por los tribunales revolucionarios, declarados culpables y condenados a morir en la guillotina. El número de personas condenadas a muerte en París ascendió a 2.639, más de la mitad de las cuales (1.515) perecieron durante los meses de junio y julio de 1794. Las penas infligidas a los traidores o presuntos insurgentes fueron más severas en muchos departamentos periféricos, especialmente en los principales centros de la insurrección monárquica. El tribunal de Nantes, presidido por Jean-Baptiste Carrier, el más severo con los cómplices de los rebeldes de La Vendée, ordenó la ejecución de más de 8.000 personas en un periodo de tres meses. Los tribunales y los comités revolucionarios fueron responsables de la ejecución de casi 17 mil ciudadanos en toda Francia. El número total de víctimas durante el Reinado del Terror llegó a 40.000. Entre los condenados por los tribunales revolucionarios, aproximadamente el 8% eran nobles, el 6% eran miembros del clero, el 14% pertenecía a la clase media y el 70% eran trabajadores o campesinos acusados de eludir el reclutamiento, de deserción, acaparamiento, rebelión u otros delitos. Fue el clero católico el que sufrió proporcionalmente las mayores pérdidas entre todos estos grupos sociales. El odio anticlerical se puso de manifiesto también en la abolición del calendario juliano en octubre de 1793, que fue reemplazado por el calendario republicano. El Comité de Salvación Pública, presidido por Robespierre, intentó reformar Francia basándose de forma fanática en sus propios conceptos de humanitarismo, idealismo social y patriotismo. El Comité, movido por el deseo de establecer una República de la Virtud, alentó la devoción por la república y la victoria y adoptó medidas contra la corrupción y el acaparamiento. Asimismo, el 23 de noviembre de 1793, la Comuna de París ordenó cerrar todas las iglesias de la ciudad —esta decisión fue seguida posteriormente por las autoridades locales de toda Francia— y comenzó a promover la religión revolucionaria, conocida como el Culto a la Razón. Esta actitud, auspiciada por el jacobino Pierre Gaspard Chaumette y sus seguidores extremistas (entre ellos Hébert), acentuó las diferencias entre los jacobinos centristas, liderados por Robespierre, y los fanáticos seguidores de Hébert, una fuerza poderosa en la Convención y en la Comuna de París.
Durante este tiempo, el signo de la guerra se había vuelto favorable para Francia. El general Jean Baptiste Jourdan derrotó a los austríacos el 16 de octubre de 1793, iniciándose así una serie de importantes victorias francesas. A finales de ese año, se había iniciado la ofensiva contra las fuerzas de invasión del Este en el Rin, y Tolón había sido liberado. También era de gran relevancia el hecho de que el Comité de Salvación Pública hubiera aplastado la mayor parte de las insurrecciones de los monárquicos y girondinos.
La reacción Termidoriana
La disputa entre el Comité de Salvación Pública y el grupo extremista liderado por Hébert, concluyó con la ejecución de éste y sus principales acólitos el 24 de marzo de 1794. Dos semanas después,Robespierre emprendió acciones contra los seguidores de Danton, que habían comenzado a solicitar la paz y el fin del reinado del Terror. Georges-Jacques Danton y sus principales correligionarios fueron decapitados el 6 de abril.
Robespierre perdió el apoyo de muchos miembros importantes del grupo de los jacobinos —especialmente de aquéllos que temían por sus propias vidas— a causa de estas represalias masivas contra los partidarios de ambas facciones. Las victorias de los ejércitos franceses, entre las que cabe destacar la batalla de Fleurus (Bélgica) del 26 de junio, que facilitó la reconquista de los Países Bajos austríacos, incrementó la confianza del pueblo en el triunfo final. Por este motivo, comenzó a extenderse el rechazo a las medidas de seguridad impuestas por Robespierre. El descontento general con el líder del Comité de Salvación Pública no tardó en transformarse en una auténtica conspiración. Robespierre, Saint-Just, Couthon y 98 de sus seguidores fueron apresados el 27 de julio de 1794 (el 9 de termidor del año III según el calendario republicano) y decapitados al día siguiente. Se considera que el 9 de termidor fue el día en el que se puso fin a la República de la Virtud.
La Convención Nacional estuvo controlada hasta finales de 1794 por el 'grupo termidoriano' que derrocó a Robespierre y puso fin al Reinado del Terror. Se clausuraron los clubes jacobinos de toda Francia, fueron abolidos los tribunales revolucionarios y revocados varios decretos de carácter extremista, incluido aquél por el cual el Estado fijaba los salarios y precios de los productos. Después de que la Convención volviera a estar dominada por los girondinos, el conservadurismo termidoriano se transformó en un fuerte movimiento reaccionario. Durante la primavera de 1795, se produjeron en París varios tumultos, en los que el pueblo reclamaba alimentos, y manifestaciones de protesta que se extendieron a otros lugares de Francia. Estas rebeliones fueron sofocadas y se adoptaron severas represalias contra los jacobinos y sans-culottes que los protagonizaron.
La moral de los ejércitos franceses permaneció inalterable ante los acontecimientos ocurridos en el interior. Durante el invierno de 1794-1795, las fuerzas francesas dirigidas por el general Charles Pichegru invadieron los Países Bajos austríacos, ocuparon las Provincias Unidas instituyendo la República Bátava y vencieron a las tropas aliadas del Rin. Esta sucesión de derrotas provocó la desintegración de la coalición antifrancesa. Prusia y varios estados alemanes firmaron la paz con el gobierno francés en el Tratado de Basilea el 5 de abril de 1795; España también se retiró de la guerra el 22 de julio, con lo que las únicas naciones que seguían en lucha con Francia eran Gran Bretaña, Cerdeña y Austria. Sin embargo, no se produjo ningún cambio en los frentes bélicos durante casi un año. La siguiente fase de este conflicto se inició con las Guerras Napoleónicas.
El Directorio
El nuevo Directorio se limitó en la práctica a continuar la obra de la Convención termidoriana. El hecho más significativo de esta etapa fue la llamada Conjura de los iguales( mayo 1796), impulsada por Babeuf, filósofo utópico que, aprovechando el descontento popular, intento derrocar el gobierno e instaurar un régimen de tipo comunista. Babeuf y sus principales seguidores fueron guillotinados el 27 de mayo de 1797. Quedaba todavía pendiente la guerra. Aunque varios integrantes de la Primera Coalición habían firmado la paz con Francia, Austria e Inglaterra seguían la lucha. En ella destacaría por sus victorias Napoleón, primero en la campaña de Italia y después en la de Egipto, en su intento de bloquear el comercio inglés cuando se estaba gestando laSegunda Coalición, alianza antifrancesa entre las potencias europeas.
En la campaña de Italia consiguió el Directorio ampliar su política expansionista, formando una red de repúblicas hermanas alrededor de Francia que le proporcionaron pingües beneficios económicos. En estas guerras se forjó la aureola militar de Napoleón, que supo con sus dotes natas de organizador y su genio indiscutible para ganar batallas y atraerse fidelidades, aunque no sin crearse profundas enemistades. Pero la estrella del joven general, nacido en Córcega en el seno de una familia noble venida a menos, estaba en alza.
Mientras tanto, en París, el ejecutivo tenía que hacer frente tanto a monárquicos como a revolucionarios. Sucesivos golpes de estado (Fructidor, Floreal), debilitaron el poder urgiendo al Director, el ex-abate Sieyés, a buscar una solución para salir de la inestabilidad permanente, Sieyés logró rodearse de un grupo de personalidades partidarias de una revisión constitucional, pero dentro del marco de la moderación. El grupo así aglutinado encontró su brazo ejecutor en el joven y brillante general.
El 18 de Brumario (9 de noviembre) de 1799 Napoleón Bonaparte tomó el poder por las armas, abriendo una nueva etapa en la historia de Francia.
El general Napoleón Bonaparte, en aquellos momentos héroe de las últimas campañas, fue la figura central del golpe y de los acontecimientos que se produjeron posteriormente y que desembocaron en la Constitución del 24 de diciembre de 1799 que estableció el Consulado. 
Bonaparte, investido con poderes dictatoriales, utilizó el entusiasmo y el idealismo revolucionario de Francia para satisfacer sus propios intereses. Sin embargo, la involución parcial de la transformación del país se vio compensada por el hecho de que la Revolución se extendió a casi todos los rincones de Europa durante el periodo de las conquistas napoleónicas. 
Consecuencias
Una consecuencia directa de la Revolución fue la abolición de la monarquía absoluta en Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios de la aristocracia y el clero. La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las propiedades se disgregaron y se introdujo el principio de distribución equitativa en el pago de impuestos. Gracias a la redistribución de la riqueza y de la propiedad de la tierra, Francia pasó a ser el país europeo con mayor proporción de pequeños propietarios independientes.
Otras de las transformaciones sociales y económicas iniciadas durante este periodo fueron la supresión de la pena de prisión por deudas, la introducción del sistema métrico y la abolición del carácter prevaleciente de la primogenitura en la herencia de la propiedad territorial.
Napoleón instituyó durante el Consulado una serie de reformas que ya habían comenzado a aplicarse en el periodo revolucionario. Fundó el Banco de Francia, que en la actualidad continúa desempeñando prácticamente la misma función: banco nacional casi independiente y representante del Estado francés en lo referente a la política monetaria, empréstitos y depósitos de fondos públicos. La implantación del sistema educativo —secular y muy centralizado—, que se halla en vigor en Francia en estos momentos, comenzó durante el Reinado del Terror y concluyó durante el gobierno de Napoleón; la Universidad de Francia y el Institut de France fueron creados también en este periodo. Todos los ciudadanos, independientemente de su origen o fortuna, podían acceder a un puesto en la enseñanza, cuya consecución dependía de exámenes de concurso. La reforma y codificación de las diversas legislaciones provinciales y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónico, ponía de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados por la Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de habeas corpus y disposiciones para la celebración de juicios justos. El procedimiento judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en las causas penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y éste recibía asistencia letrada.
La Revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la religión. Los principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron enunciados en la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en el periodo revolucionario, condujeron a la concesión de la libertad de conciencia y de derechos civiles para los protestantes y los judíos. La Revolución inició el camino hacia la separación de la Iglesia y el Estado.
Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a las naciones latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo, y continúan siendo hoy las claves de la democracia. No obstante, los historiadores revisionistas atribuyen a la Revolución unos resultados menos encomiables, tales como la aparición del Estado centralizado (en ocasiones totalitario) y los conflictos violentos que desencadenó.

La información obtenida de la Revolución Francesa. Disponible en: http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd99/ed99-0257-01/indiceh.html [Consultado el día 2/01/2014], además de los apuntes del profesor Jorge Vicente López, del IES Manuel Azaña (Getafe, Madrid).



Patricia.

La Revolución Inglesa (1642 - 1689)

La revolución Inglesa es un largo proceso que abarca desde el año 1642 que culmina en el año 1689. Es decir, se extiende desde el fin del reinado de Carlos I de Inglaterra hasta finalizar con la Revolución Gloriosa que acaba con el reinado de Jacobo II, y consagra el poder del parlamento, arraigado en la tradición inglesa frente al absolutismo.

La primera guerra civil inglesa tuvo lugar del 1642 al 1645, en ella se enfrentaron el poder parlamentario frente al poder real, y obtuvo la victoria el poder parlamentario. Cuando en el 1642 estalló la guerra, Oliver Cromwell reunió un regimiento de caballería para combatir a favor de los parlamentarios. Como consecuencia se le retiró al rey el poder de disolver el Parlamento. 
La segunda guerra civil inglesa a tuvo lugar de 1648 a 1649, los escasos apoyos monárquicos entre los propios parlamentarios cesaron cuando el rey escapó, se alió con los escoceses y desencadenó la guerra civil en 1648. Ahora debe caballeresca y la que Oliver Cromwell terminó venciendo con su batallón. Al fin del enfrentamiento, encarcelaron al rey por alta traición y le decapitaron, lo cual dejó una única república la historia inglesa.
La tercera guerra civil inglesa tuvo lugar en 649 a 1651. Oliver Cromwell durante la que República fue la pacificación de Irlanda y Escocia con fuerzas realistas. Sus principales objetivos era lograr un gobierno estable y consiguió controlar Inglaterra.
La restauración de los Estuardo (dinastía reinante en Escocia desde 1371 hasta 1603). El 1660, Carlos II restablece la monarquía y la dinastía Estuardo en Gran Bretaña, manteniendo la relativa tranquilidad después de terminar la guerra civil. Con la muerte de Carlos II en 1685 Jacobo se convirtió en rey, quien trató de ganarse el apoyo de los católicos en 1687; y con el nacimiento de su hijo Jacobo Francisco Eduardo Estuardo en 1688, pareció garantizar la sucesión católica.
La revolución gloriosa que va de 1688 a 1689, tuvo éxito, el Parlamento era soberano e Inglaterra próspera. 
Los Católicos no podían ser Reyes, por lo tanto ningún monarca podía ser absoluto.





Información sobre la Reovlución Francesa obtenida on-line. Disponible en: http://www.iesporza.educa.aragon.es/hmc/crisis_ar_exe/la_revolucin_inglesa.html [Consultado: 30/12/2013].
Patricia.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Las Misiones Jesuitas.

La Compañía de Jesús es una orden religiosa que fue fundada en el año 1534, por Iñigo López de Recalde, que luego fuera canonizado por la Iglesia Católica como San Ignacio de Loyola. Integrada inicialmente por un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de París, la existencia de la Orden fue aprobada por el Papa Pablo III, en 1540.

Los integrantes de la Compañía de Jesús se denominan jesuitas. Su fundador, Ignacio de Loyola, centró las determinantes de su fé religiosa en la figura de Jesucristo; del mismo modo que otras órdenes religiosas lo hicieron en la Virgen María o en otras figuras prominentes de la religión católica.

La Compañía de Jesús tuvo como uno de sus objetivos primarios, ejercer la defensa de la Iglesia Católica, especialmente ante el surgimiento en Europa de la Reforma Luterana y se convirtió en uno de los principales impulsores de la llamada Contrarreforma. El lema de su fundador era Omni ad maiorem Dei gloriam (Todo para la mayor gloria de Dios).

Una de sus metas principales era propagar la fe cristiana entre los indios paganos del nuevo mundo, por lo cual muchos jesuitas europeos se dirigieron al continente americano, destacándose entre ellos varios de origen húngaro. Algunos se dirigieron a la zona de los Ríos Amazonas y Marañón y sus afluentes, actuando como misioneros entre los indios de esas regiones; con lo cual realizaron también indirectamente una interesante actividad en cuanto al conocimiento geográfico de esas regiones, especialmente en cuanto a la delimitación de los territorios asignados a España y Portugal.

Las Misiones Jesuitas se establecieron en la zona de la colonización española en la Gobernación del Río de la Plata con la finalidad conjunta de civilizar a los indígenas bajo la autoridad española y simultáneamente ejercer actos de efectiva ocupación de los territorios que estaban en una zona en la cual no se delimitaban claramente las jurisdicciones de la colonización española y portuguesa. Fueron poblaciones integradas exclusivamente por indígenas, aunque dirigidas por monjes jesuitas a los que se asignaba función sacerdotal, instaladas en territorios expresamente asignados para tal fin, comprendidos en la Provincia Jesuita del Paraguay, creada en 1604.

Existieron dos grandes grupos de Misiones, las Misiones Orientales que estaban ubicadas en los territorios a este del río Uruguay, al norte del Río Ibicuy, y a ambos lados de la actual frontera entre Uruguay y Brasil; y las Misiones Occidentales, situadas en actual territorio argentino de los ríos Paraná y Paraguay, en el territorio de la actual Provincia de Misiones, que son las únicas de las que se han conservado restos de sus edificaciones, y que son visitadas como lugar de interés turístico.

La primera de las Misiones fue establecida en 1624, dirigida por el Padre Guzmán quien logró fundar en territorio del actual Departamento de Soriano, ubicado al sur del Río Negro, la Misión de Santo Domingo de Soriano, cuyos pobladores fueron indios chanás.

Los padres jesuitas llegaron a establecer muchas otras Misiones sobre las costas orientales del Río Uruguay, abarcando territorio de los actuales Departamentos de Artigas y Rivera, como del sur del actual Estado brasileño de Río Grande del Sur; entre ellas las poblaciones de San Borja, San Ángel, San Juan, San Nicolás, San Luis, San Lorenzo y San Miguel, que alcanzaron en su conjunto una población superior a las 30.000 personas.

En 1604 se creó la llamada Provincia Jesuítica del Paraguay, que abarcaba los territorios habitados por indios guaraníes, compuesta por grandes extensiones de tierras llamadas “estancias” y dentro de cuyo territorio los jesuitas instalaron un total de 30 misiones; de las cuales siete estuvieron situadas al este del Río Uruguay, y fueron denominadas “Los siete pueblos de las Misiones”, integrados por San Borja, de 1682; San Nicolás, de 1687; San Miguel, de 1687; San Luis, de 1687; San Lorenzo, de 1690; San Juan, de 1697 y San Ángel, de 1706.

Las misiones orientales estaban en el territorio actual del Estado de Río Grande del Sur, un territorio que integraba la indefinida frontera entre las zonas de influencia de los españoles y los portugueses y en el cual incursionaban alternativamente. Comenzaron a establecerse para detener la expansión portuguesa a partir de una primera reducción de San Nicolás fundada en 1626 por el jesuita Roque González, aunque fue abandonada en 1637.

Luego, en 1632, el jesuita Cristóbal de Mendoza fundó la misión de San Miguel de Arcángel, en las costas del Río Ibicuy; una misión que alcanzó su mejor época en las primeras cinco décadas del siglo XVIII, habiendo llegado a tener una población de alrededor de 6.000 habitantes, pero luego entró en sostenida decadencia. Actualmente, sus ruinas han sido restauradas y — conjuntamente con los de la Misión de San Ignacio Miní, en Argentina y los de las Misiones de Trinidad y de Jesús en Paraguay — constituyen los únicos restos de las Misiones Jesuíticas.

Atendiendo a su objetivo de civilizar a los indígenas, los jesuitas lograron insertarse en su estructura social; logrando primeramente su sedentarización mediante el establecimiento de los poblados que constituyeron las Misiones. Los guaraníes se encontraban en estado tribal; componiéndose sus colectividades por conjuntos de familias poligámicas que contaban con dos autoridades, los caciques y los chamanes. Vivían en un estado sumamente primitivo, practicaban la antropofagia, y ejecutaban ceremonias funerarias de tipo pagano.

Los caciques eran principalmente jefes guerreros cuya autoridad se centraba fundamentalmente en los aspectos materiales de la vida del grupo; en tanto que los chamanes, también llamados payes tenían un ascendiente de carácter religioso, entre lo cual se incluía — como en muchos otros pueblos primitivos — intervenir frente a las enfermedades. Por lo tanto los jesuitas, en cuanto tenían como objetivo la conversión religiosa de los indios, que implicaba quitar su influencia a los chamanes, se apoyaron en la rivalidad de ellos con los caciques. Obteniendo la conversión religiosa de los caciques se propiciaba la del resto de la tribu; y para los caciques, ello significaba imponer su autoridad por sobre la de los chamanes.

Los jesuitas fueron transformando gradualmente las costumbres de los indígenas; atendiendo primariamente a aquellos aspectos más contrarios a los principios de la religión católica, como la antropofagia y la poligamia. Orientaron la organización familiar de la tribu guaraní en base a la monogamia; para lo cual construyeron en sus Misiones un tipo de habitaciones que se conocen como “tiras”; por cuanto las unidades de habitación eran contiguas, pero en cada una habitaba solamente una familia, destinando la primera a la familia del cacique.


Fotograma de la película "La Misión", con Jeremy Irons.


Texto extraído de "La Escuela Digital", Historia. 


Paula.

Leonardo Da Vinci.



Leonardo da Vinci nació en Vinci en 1452 y fallece en Amboise en 1519. Representa el modelo de hombre renacentista en su máximo exponente. Fue un gran artista y también un gran científico, ya que dedicó gran parte de su vida al estudio de la filosofía natural (nombre que antiguamente se le daba a la ciencia). En sus escritos se encuentran anticipaciones de muchos desarrollos posteriores de la ciencia y se planteaba publicar numerosos de estos tratados científicos con los materiales recogidos en sus cuadernos que abarcan todo tipo de disciplinas, pero pese a su gran dedicación no lo consiguió.

Muchos de los cuadernos de Leonardo van acompañados de textos crípticos que hay que descifrar, también cuentan con miles de dibujos y gráficos. Muchos se han perdido aunque alguno ha reaparecido como los códices, que aparecieron en 1965 en la Biblioteca Nacional de Madrid. Los cuadernos que quedan se encuentras esparcidos por Europa.



Mucho más que un pintor.

Leonardo estableció los principios básicos de la dendrocronología, es decir, el uso de los anillos de crecimiento de los árboles para determinar su edad y las variaciones climáticas que han experimentado a lo largo de su existencia. Este descubrimiento se observa en su famoso Tratado de la pintura, único texto de Leonardo en circulación antes del siglo XIX.

Leonardo sentía una especial fascinación por los movimientos del agua, anticipó la dinámica de fluidos, siendo el primero en analizar y describir detalladamente la dinámica de los vórtices de agua.

Los fósiles llamaron asimismo la atención de Leonardo quien anticipó conceptos que la paleobiología sólo ha establecido rigurosamente en el siglo XX. Por otra parte, también describió correctamente el proceso de erosión, sedimentación y acumulación que hoy los geólogos conocen como el ciclo de las rocas.

Igualmente, sus observaciones anatómicas fueron rompedoras en su tiempo. Contra el parecer de las autoridades médicas de su época, Leonardo dejó constancia, en el llamado Manuscrito G, de que el corazón es un músculo y de que no tiene dos cavidades, sino cuatro. También describió correctamente el funcionamiento de las válvulas cardíacas, y realizó unos precisos dibujos de la válvula que abre y cierra la arteria aorta, asombrosamente parecidos a las fotografías contemporáneas obtenidas a alta velocidad.
  
Válvulas cardíacas

Los principios de la naturaleza

Leonardo también se sintió atraído por los procesos que rigen la luz y el sonido. Entendió que tanto la luz como el sonido se propagan a través de ondas, comprendió la disipación de la energía, y también Reconoció la relatividad del movimiento. En manuscritos como el Códice atlántico describió lo que hoy conocemos como tercera ley de Newton: «A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta», anotando, por ejemplo, que tanta fuerza ejerce el ala del águila contra el aire como el aire contra el ala del águila.

Leonardo se adentró en todo tipo de ámbitos: pintura, escultura, arquitectura, geografía, cartografía, mecánica, geometría, astronomía, anatomía, óptica, botánica… Y aprendió sobre todo de la observación del mundo natural. Pero aunque no habló nunca de «leyes de la naturaleza», en los cuadernos conservados en la biblioteca del castillo de Windsor, Leonardo elogia las «obras maravillosas de la naturaleza» y escribe que «nunca se encontrará invento más bello, más sencillo o más económico que los de la naturaleza, pues en sus inventos nada falta y nada es superfluo».

Leonardo, el precursor

Para él, el mundo no estaba regido por principios abstractos ni por Dios, sino por la incesante creatividad de la naturaleza.

Leonardo describió y dibujó a fondo los mecanismos del cuerpo humano, pero dejó claro que el cuerpo es mucho más que una máquina. Encontró ritmos ondulatorios comunes en el agua, la tierra, el aire y la luz, y reflejó la interdependencia y autoorganización que caracterizan a todo ser viviente. Leonardo llegó a intuir lo que hoy llamamos «cadenas alimentarias» y ciclos tróficos. Por todo ello, y mucho más, hoy se considera a Leonardo un precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo.


Alba.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón, navegante genovés al servicio de Castilla. En 1476 fijaría su residencia en Lisboa, desde donde realizó viajes de gran amplitud (hasta Islandia, en el mar del Norte). Allí casó con Felipa Moniz de Perestrello, muy bien relacionada, por su padre, con los círculos vinculados a las grandes empresas descubridoras que Portugal estaba desarrollando por entonces, con el empeño de circunnavegar África para llegar al Índico y alterar la ruta tradicional de las especias. Diego Perestrello, padre de Felipa, era capitán donatario y colonizador de la isla de Porto Santo (Madera). El enlace de Cristóbal con esta familia marcó una inflexión decisiva en su vida: Colón fue desprendiéndose cada vez más de las actividades mercantiles y orientándose hacia las empresas geográficas y científicas.
En cuanto a los orígenes de su gran proyecto, parecen indudablemente relacionados con las ideas que el humanista florentino Paolo del Pozzo Toscanelli participó, primero verbalmente y luego a través de una extensa carta, a Fernando Martins, canónigo de Lisboa y muy allegado al rey. Esta carta contiene ya el proyecto colombino. Parte éste de un supuesto cierto (la esfericidad de la tierra) y dos grandes errores:
- Creer mucho más extendidas las tierras del continente euroasiático, en el sentido de los paralelos, y, por tanto, mucho más breve el espacio marítimo entre costa y costa.
- Una medida equivocada del grado ecuatorial, que haría mucho más reducido el diámetro terrestre de lo que es en realidad.
Pero, en esencia, la teoría de Toscanelli es la de Colón: la facilidad de alcanzar el oriente (el gran foco del mercado de las especias) navegando hacia occidente. Ofreció Colón su proyecto a Juan II de Portugal; el rey lo sometió a una junta de técnicos, presidida por Diego Ortiz de Calzadilla, obispo de Ceuta: ésta lo rechazó, con buen fundamento. Es posible que Juan II intentase, sin embargo, poner en práctica la idea, enviando, a espaldas del genovés, una expedición que no tuvo éxito. De aquí que Colón, disgustado, decidiese salir de Lisboa y acudir a la vecina corte de Castilla; su esposa había muerto, y el abandono de sus antiguos negocios le había creado una situación económica difícil, que compartía con su hermano Bartolomé.
Colón entró en contacto, primero con los miembros del consejo real, y luego directamente con los reyes, quienes, como había hecho Juan II, sometieron el proyecto a una junta (la llamada “Junta de Salamanca”); por las mismas razones que en Portugal, también en Castilla fue rechazado por los técnicos (1487). Pero Isabel no desechó la idea: realmente, la ruta a oriente por occidente abría una remota posibilidad de expansión a Castilla.
Sin embargo, hasta 1492, ya ultimada la guerra de Granada, no serían firmadas las capitulaciones de Santa Fe (17 abril), no sin dificultades e incluso con un rompimiento motivado por las exigencias de Colón, que ya anteriormente, en 1491, desalentado, había querido abandonar Castilla y acudir al rey de Francia, determinación de la que le disuadieron, en La Rábida, fray Antonio de Marchena y fray Juan Pérez. Pero, en definitiva, obtuvo en estas capitulaciones los títulos de virrey y almirante y los derechos sobre la décima parte de cuanto se obtuviese en las tierras alcanzadas.
Los viajes de Cristóbal Colón
Primer viaje. Realizada la expedición, gracias sobre todo a los buenos oficios de los hermanos Pinzón, salió Colón de la costa de Huelva con las embarcaciones Pinta, Niña y Santa María el 3 de agosto de 1492 y, tras una breve escala en Canarias, el 6 de septiembre inició la travesía atlántica. La expedición alcanzó tierra en Guanahaní (Watling, en las Bahamas), que Colón bautizó San Salvador (12 octubre), no sin antes tener que sobreponerse a la inquietud de los tripulantes, lógicamente exacerbada al prolongarse el viaje más de lo previsto. Sucesivamente tocaron otras islas del mismo archipiélago (Santa María, Fernandina, Isabela) y, por último, Juana (Cuba, ya en las grandes Antillas) y la Española, donde de momento, encallada la Santa María, hizo construir Colón un primer establecimiento (el fuerte Navidad). Al regreso hubo de enfrentarse con un temporal que separó a las carabelas: la Pinta alcanzó Galicia, y Colón, en al Niña, Lisboa. Juan II lo recibió ceremoniosamente, y en seguida inició la disputa diplomática con los Reyes Católicos sobre sus derechos a las islas descubiertas.
Segundo viaje. Entretanto Colón, que había sido recibido triunfalmente en Barcelona por los Reyes Católicos, realizaba su segundo viaje (1493-1496), en el que descubrió el archipiélago de las pequeñas Antillas, Puerto Rico y Jamaica, a más de circunnavegar en buena parte por Cuba y realizar una fundación (La Isabela) en La Española (el fuerte Navidad había sido destruido por los indígenas).
Tercer viaje. En el tercero (1498-1500) descubrió costa continental (en la desembocadura del Orinoco) y luego las islas de Trinidad y Cubagua, antes de llegar a La Española. Fue entonces cuando atravesó Colón sus primeras dificultades graves como virrey, dada su escasa capacidad de gobierno.
Cuarto viaje. Realizó un cuarto viaje (1502), pero se le prohibió expresamente tocar la Española. En esta ocasión descubrió Colón la costa de América Central, entre Honduras y Panamá.
Sin embargo, Colón, que murió dos años después de su regreso, nunca llegó a sospechar que las tierras por él descubiertas no tenía nada que ver con Asia; en tal sentido el descubrimiento intelectual del Nuevo mundo cabe atribuirlo a Américo Vespuccio; en cambio, no es cierto que éste visitara el continente antes que Colón en un fantaseado viaje.
Cómo influyó esto en España

Una de las principales consecuencias del descubrimiento de Cristóbal Colón fue común para indígenas y colonizadores. Esta consecuencia es la mezcla de razas, principalmente por matrimonios legítimos, autorizados por una cédula de Fernando el Católico (1514).
Se podría decir que el cambio más importante para los indígenas, fue la economía y el comercio. Los españoles les aportaron un nuevo sistema económico más avanzado y evolucionado aunque esto era consecuencia directa de los objetivos de los españoles de obtener riquezas de aquellas tierras.
Los indígenas también obtuvieron un nuevo idioma, el español, que hoy en día sigue siendo un gran vínculo de unión entre los dos continentes, aunque también hay que decir, que debido a la colonización de los españoles y portugueses algunas lenguas nativas se perdieron.
En algunos casos hay que decir que aunque la legislación española en lo relativo al nuevo mundo se puede decir que tenía un carácter humanitario para la época, en la práctica se cometieron muchos abusos con los indígenas, y la realidad era que estaban en la parte más baja del escalafón social.
Los indígenas descubrieron nuevas innovaciones como la rueda que era desconocida para ellos. Por otra parte también llegaron al Nuevo Mundo nuevos cultivos, y la ganadería.
La cultura de los indígenas también se vio enriquecida, y un hecho notorio de ello fue la creación de nuevas universidades en el nuevo continente, así como la difusión de la imprenta que contribuyó a la propagación de la cultura.
Otra consecuencia que se puede denominar común tanto para los indígenas como para los españoles es la fusión artística que se produce entre el arte precolombino y el arte europeo. Así surge un nuevo estilo artístico que podríamos denominar colonial. Por lo tanto no sólo se produjo un mestizaje de razas.
La principal consecuencia para los españoles es que encontraron una gran fuente de riqueza que le llevó a ser el Imperio más grande de la historia. España encontró en América una gran fuente de riqueza, sobre todo de metales preciosos, especias y otros artículos. También obtuvieron nuevos productos agrícolas hasta entonces desconocidos como el tabaco, el tomate, el maíz, la patata, el chocolate, etc.
También fue un lograr para desviar el exceso de población que en aquella época existía en España.
También se consiguió un notable incremento del comercio internacional.
Una consecuencia muy importante para España fue que vio aumentada su demanda de productos manufacturados. Esto tiene dos aspectos, uno positivo ya que aumentaba su capacidad de venta y salida de productos, pero también un aspecto negativo, y era que España no tenía la capacidad suficiente para atender toda la demanda, teniendo que adquirir los productos a otros países. Esto en su conjunto, motivó un aumento de precios, que propició la caída del poder adquisitivo del pueblo.
La Corona incrementó sus arcas, y gracias a ellas, pudo nutrir su gran ejército. España, también pasó a controlar la mayoría de las rutas comerciales.
España también se benefició de la mezcla que se produjo entre las dos culturas, tanto a nivel racial, cultural o artístico, ya así, por ejemplo, el lenguaje español se vio enriquecido con nuevos términos procedentes de las Indias (americanismos).





Patricia.