miércoles, 27 de noviembre de 2013

Arte en la época Helenística: Arquitectura y Escultura.

El arte helenístico abarca un gran período de tiempo y se da en un territorio diverso y amplio. Podríamos resumir sus características generales en este hecho: las crisis en las polis, las ciudades griegas, ya que dejan de ser el lugar en los que los hombres se educan y viven. Éstos pasan de vivir en las polis a hacerlo en grandes ciudades donde no encuentran más la vida en común de antaño y no se cree en los valores colectivos. Partiendo de estos hechos, los artistas se interesan por temas más dramáticos, sentimientos más personales pero también universales, lo que crea un arte dispar lleno de contrastes. Tomando al hombre como referencia, se hacen alusiones a sus diferentes estados de su alma (con retratos de niños, seres deformes, personajes importantes, atletas…).


En cuanto a la arquitectura, ya no se buscan las formas simples de los estilos dórico y jónico, sino que prolifera el estilo corintio, repleto de follaje que se añadía a las volutas jónicas, lo que resultaba visualmente más rico y lleno de detalle. Esta suntuosidad abundaba en los grandes edificios y templos construidos en esta época en las nuevas ciudades de Oriente.

Una de las obras arquitectónicas más importantes de esta época es El Altar de Pérgamo, edificado en torno al año 160 a.C. (hoy conservado en el Museo de Pérgamo en Berlín), donde se representa un combate de dioses y gigantes. Es un trabajo vasto en cuanto al tamaño de la obra, pero pierde refinamiento y armonía con respecto a la arquitectura griega anterior. En él se nos muestran la rabia de la batalla, el aplastamiento de los gigantes a manos de los dioses, en sus miradas podemos ver la rabia y el dolor, las túnicas se agitan al viento. Para darle además un mayor realismo, el relieve se desata del fondo lo que da una mayor profundidad y por tanto mayor realismo. La época helenística amaba las obras violentas y brutales: se esforzaba por emocionar. 



En cuanto a las esculturas, algunas de las más admiradas en la posteridad datan de este período. Tenemos el claro ejemplo del Laoconte, que podemos datar en torno al 175-50 a.C., que fue descubierto en el 1506. Esta obra provocó una gran expectación entre los artistas y los amantes del arte, y vemos cómo responde a una de las premisas vistas anteriormente en cuanto a la representación de un hecho con unos personajes concretos. Para ser más precisos, esta escultura nos narra un pequeño pasaje de la Eneida narrado por Virgilio, en el que nos cuenta que Laoconte, tras haber advertido a sus compatriotas del peligro de dejar entrar al caballo gigante en Troya. Como los dioses buscaban la destrucción de esta ciudad y con la intervención de Laoconte podía peligrar esta meta, le enviaron unas serpientes gigantes que son aquí representadas ahogándolo a él y a sus hijos. El artista nos muestra muy bien el sufrimiento y el tormento que padecen a través de la tensión y la torsión de sus músculos, de sus caras aterradas o sus cuerpos retorcidos. Puede que el único trasfondo de esta obra, sin embargo, no fuera simplemente representar una escena de un relato, o los horrores que gustan a ciertas personas acostumbradas por ejemplo a lo horribles espectáculos circenses, sino que buscase al contrario mostrarnos su increíble técnica con la piedra y conocimientos anatómicos.

                              

Otras obras importantes ejecutadas en estos siglos, muy conocidas en nuestros días, podrían ser La Victoria de Samotracia (hacia el 200 a.C.), perteneciente a la escuela de la isla de Rodas, al igual que el Laoconte; o La Venus de Milo (entre el 130 y el 100 a.C.), perteneciente a la escuela de Alejandría en Egipto que nos muestra una representación de la diosa Afrodita.

              

Esto nos muestra así la variedad de estilos y representaciones citadas anteriormente.

Del período helenístico conocemos la arquitectura y la escultura a través de las obras que conservamos; por el contrario, las pinturas sólo han llegado hasta nosotros a través de los relatos de la época. Podemos hacernos una idea de la pintura antigua gracias a los mosaicos de Pompeya, pero de la época helenística en concreto sólo sabemos que los pintores se interesaban más en su arte que en las implicaciones y fines religiosos del mismo.



Bibliografía:

Gombrich, E.H. (2001) Histoire de l’Art, Phaidon, Paris
Ramírez, J. A. et al. (2006) Historia del Arte 2, SM, Madrid


Paula.

martes, 26 de noviembre de 2013

Homero: La Ilíada y La Odisea.

La Ilíada y la Odisea encarnan el ideal humano con la figuras de Aquiles y Ulises y tipifican dos ideales del mundo clásico: El héroe en la batalla y el héroe que regresa de la aventura al hogar.


“Esto dicho, desenvainó la aguda espada, grande y fuerte, que llevaba al costado. Y encogiéndose, se arrojó como el águila de alto vuelo se lanza a la llanura, atravesando las pardas nubes, para arrebatar la tierna corderilla o la tímida liebre; de igual manera arremetió Héctor blandiendo la aguda espada. Aquileo embistióle, a su vez, con el corazón rebosante de feroz cólera: defendía su pecho con el magnífico escudo labrado, y movía el luciente casco de cuatro abolladuras, haciendo ondear las bellas y abundantes crines de oro que Hefesto colocara en la cimera. Como el Véspero, que es el lucero más hermoso de cuantos hay en el cielo, se presenta rodeado de estrellas en la obscuridad de la noche; de tal modo brillaba la 

pica de larga punta que en su diestra blandía Aquileo, mientras pensaba en causar daño al divino Héctor y miraba cuál parte del hermoso cuerpo del héroe ofrecería menos resistencia. Este lo tenía protegido por la excelente armadura que quitó a Patroclo después de matarle, y sólo quedaba descubierto el lugar en que las clavículas separan el cuello de los hombros, la garganta, que es el sitio por donde más pronto sale el alma: por allí el divino Aquileo envasóle la pica a Héctor, que ya le atacaba, y la punta, atravesando el delicado cuello, asomó por la nuca. Pero no le cortó el garguero con la pica de fresno que el bronce hacia ponderosa, para que pudiera hablar algo y responderle. Héctor cayó en el polvo, y el divino Aquileo se jactó del triunfo, diciendo: 

-¡Héctor! Cuando despojabas el cadáver de Patroclo, sin duda te creíste salvado y no me temiste a mí porque me hallaba ausente. ¡Necio! Quedaba yo como vengador, mucho más fuerte que él, en las cóncavas naves, y te he quebrado las rodillas. A ti los perros y las aves te despedazarán ignominiosamente, y a Patroclo los aqueos le harán honras fúnebres.”

Aquiles hiere de muerte a Héctor y ultraja su cadáver (Canto XXII). IlÍada.





“Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la 

sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, procurando salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas no pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. (Insensatos!)

Comiéronse las vacas del Sol, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. (Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y del mar; y solamente Ulises, que tan gran necesidad sentía de restituirse a su patria y ver a su consorte, hallábase detenido enhueca gruta por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que anhelaba tomarlo por esposo. Con el transcurso de los años llegó por fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria, a Itaca, aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera después de juntarse con los suyos. Y todos los dioses le compadecían, a excepción de Poseidón, que permaneció constantemente irritado contra el divinal Ulises hasta que el héroe no arribó a su tierra.”

Canto I. Presentación y asamblea de Dioses. Odisea.




Alejandra.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El Comienzo.


Nos presentamos: somos Alba, Alejandra, Patricia y Paula, cuatro estudiantes de segundo de Pedagogía en la Universidad Complutense de Madrid. 

Estamos realizando en un trabajo de clase una línea del tiempo, y proponemos este blog para ampliar información o hechos de la misma. Iremos escribiendo diferentes entradas a medida que avancemos en nuestra línea del tiempo. Hablaremos por tanto de la vida de los personajes, de hechos anecdóticos, de las diferentes costumbres de las épocas que iremos tratando, etc.

Esperamos que este blog sea de vuestro interés y sirva bien al propósito que pretendemos: ampliar la Historia.




Hasta la próxima entrada.

Alba, Alejandra, Patricia y Paula.